Cuatro lecciones sobre prevención de violencia a nivel municipal

Por Daniel Núñez
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En junio de este año tuve la oportunidad de viajar a Los Ángeles para participar en la Conferencia sobre Intervención de Violencia en la Comunidad (Community Violence Intervention Conference), un evento anual que reúne a un sinnúmero de organizaciones de la sociedad civil, actores estatales, académicos y expertos de todo tipo para discutir los avances en materia de prevención de la violencia en los Estados Unidos. También visité algunas organizaciones locales que compartieron su trabajo con nosotros. Visité Garden Pathways, Crossroads/Apex Juvenile Detention Center, la Municipalidad de Bakersfield y Southern California Crossroads. En esta última participaron representantes de otras organizaciones que compartieron su trabajo y los retos que enfrentan. La visita se enmarca en un proyecto sobre prevención de violencia a nivel municipal en el que Diálogos participa en conjunto con otras organizaciones nacionales e internacionales.

En este artículo abordo cuatro lecciones que saqué de las visitas a las organizaciones y de mi participación en la conferencia. Espero poder ampliarlas conforme avance el proyecto.

Primera lección: los esfuerzos de prevención deben enfocarse en crear “ecosistemas” de prevención más que en acciones aisladas. Esto significa que una acción debe estar entrelazada con otras acciones en otras organizaciones y entidades estatales, e incluso considerar niveles políticos más altos, como el legislativo, para impulsar reformas legales que afecten el trabajo preventivo a nivel local. La idea es construir una constelación de actores que, en conjunto, disminuya la probabilidad de que un individuo se involucre o se vuelva a involucrar en la violencia.

Un ejemplo ilustrativo de este enfoque colaborativo es el de Garden Pathways, una organización no lucrativa que trabaja con jóvenes en la ciudad de Bakersfield, ofreciendo servicios de mentoría, educación y remoción de tatuajes para quienes lo deseen.[1] Como parte de su estrategia, Garden Pathways ha establecido alianzas con otras organizaciones que trabajan de cerca con ella u ofrecen servicios a los que los jóvenes pueden optar, como la Universidad de Bakersfield (con un programa dirigido a personas sin hogar que quieren continuar sus estudios y conseguir un empleo), City Serve (una red colaborativa de organizaciones que apoya a iglesias locales), Adventist Health (un sistema de salud sin fines de lucro basado en la Iglesia Adventista del Séptimo Día), el hospital Kern Medical y la Municipalidad de Bakersfield. El trabajo con el hospital Kern Medical es particularmente interesante: como parte de un programa de intervención de violencia a nivel hospitalario, el personal de salud puede referir a pacientes víctimas de violencia a los programas de Garden Pathways, y la intervención comienza en el hospital por medio de una persona (un case manager o administrador de casos) que se acerca a ellos y les ofrece distintos tipos de apoyo para manejar las dificultades que conlleva la hospitalización.

Segunda lección: las organizaciones que trabajan en prevención deben tener un conocimiento profundo de las comunidades en las que se desenvuelven. Tener un conocimiento “profundo” significa conocer la historia local, las relaciones entre sus habitantes, las relaciones de poder, quién se lleva bien con quién, quién se lleva mal con quién, quién puede ser un aliado, quién puede ser un obstáculo, quién puede hacer daño, quién puede colaborar. No se puede pensar en una intervención preventiva con un abordaje de arriba hacia abajo o implementada exclusivamente por actores externos que no conocen el contexto, ya que las comunidades tienen sus propias dinámicas, historias, actores, costumbres e instituciones que pueden facilitar o frenar los esfuerzos.

Un ejemplo de esto se encuentra en Southern California Crossroads, una organización no lucrativa que, entre sus servicios, ofrece un programa de mentoría para jóvenes en alto riesgo en escuelas locales. Para conocer de cerca al estudiantado y mantener una relación cercana con ellos, el personal de Southern California Crossroads está compuesto por hombres y mujeres, es en su mayoría latino o afroamericano, bilingüe, sensible a los matices culturales locales y, en algunos casos, tiene un pasado pandilleril. Todo esto le permite cultivar relaciones cercanas con los estudiantes y conocer a fondo sus historias personales y las dinámicas entre ellos. Este conocimiento es indispensable para diseñar estrategias de prevención efectivas e intervenciones inmediatas cuando ocurre un acto de violencia.

Tercera lección: los interventores/mentores son actores clave que pueden marcar la diferencia entre un esfuerzo exitoso y uno no tan exitoso. En casi todas las organizaciones que visitamos y en varias de las ponencias de la conferencia se habló de interventores/mentores como piezas clave de los esfuerzos de prevención. Estos por lo general son individuos que conocen muy de cerca o provienen de las comunidades mismas y tienen un pasado pandilleril o incluso han cumplido tiempo en el sistema penitenciario.

En la discusión que sostuvimos en la Municipalidad de Bakersfield, por ejemplo, estuvieron presentes interventores con pasados pandilleriles que trabajan de cerca con la municipalidad y con la policía local para prevenir e intervenir en casos de violencia entre pandillas. La experiencia de vida de estas personas les permite entender muy bien las dinámicas entre y dentro de las pandillas y, por lo tanto, pueden alertar sobre situaciones potencialmente peligrosas e intervenir para prevenir ataques armados o represalias cuando llegan a ocurrir. También gozan de cierta legitimidad entre los miembros de las pandillas que les permite servir como ejemplos a seguir y como mentores para salir de ellas y buscar una alternativa de vida.

De forma similar, Garden Pathways cuenta con un “equipo de acercamiento” (outreach team) compuesto por personas que, por sus pasados, son respetadas localmente y pueden servir como vínculos entre la calle y la organización. En su página web, la organización las describe así: “[P]araprofesionales que tienen la credibilidad para moverse entre diferentes barrios para acercarse y ofrecer servicios a individuos en alto riesgo de violencia y sus familias. Ellos a menudo tienen experiencias de vida similares y/o han dejado la vida pandilleril/en la calle para darle algo a cambio a sus comunidades”.[2] Estos equipos son fundamentales en los esfuerzos de prevención y las posiciones que llenan pueden ser una fuente importante de trabajo para personas que han abandonado las pandillas.   

Cuarta lección: la relación entre la policía y las municipalidades es fundamental y no se puede pensar en prevención sin ella. En la municipalidad de Bakersfield conversamos con miembros del Departamento de la Policía de Bakersfield que colaboran estrechamente con las autoridades municipales en materia de prevención y abordaje del crimen y la violencia, incluso en el tema de la recolección y el análisis de datos. A diferencia de Guatemala, la policía en EE. UU. se organiza por niveles (local, condado, estado y federal) que colaboran entre sí y tienen funciones diferenciadas. Las municipalidades cuentan con el apoyo indiscutible de la policía local y de las fuerzas de seguridad de los otros niveles si es necesario. Durante la reunión, por ejemplo, se mencionó que la policía trabaja en estrecha colaboración con los interventores para prevenir la retribución después de un acto de violencia. Por su conocimiento y relación con algunos miembros de las pandillas locales, los interventores pueden servir como mediadores en estos casos y prevenir que un ataque armado desencadene un baño de sangre más grande.

En Guatemala, la relación entre las municipalidades y la policía no siempre es la adecuada para implementar procesos de prevención a nivel local. En general, la relación entre ambas instituciones depende en gran medida del alcalde de turno, quien se puede llevar bien o mal con la policía, pero también puede llegar a hacer caso omiso de ella e implementar sus propias medidas de seguridad, a menudo al margen de la ley o abiertamente de forma ilegal. El problema se acentúa por la rotación periódica a la que está sometida el personal policiaco, la cual dificulta establecer relaciones colaborativas de largo plazo y termina a veces entorpeciendo procesos que quizás iniciaron bien. El resultado es la desesperación y las medidas de “mano dura” que buscan complacer a una población que con frecuencia demanda justicia de forma inmediata. Vemos entonces a alcaldes que involucran al ejército en temas de seguridad pública o arman a miembros de sus propias policías municipales. Sin una reforma clara que aborde este problema, será muy difícil echar a andar cualquier proceso de prevención a nivel municipal de forma sostenida.

En futuras publicaciones desarrollaré otras lecciones que seguramente irán surgiendo conforme avance nuestro trabajo de campo. Por el momento, lo que queda claro es que la prevención de la violencia a nivel municipal requiere de un enfoque integral que se adapte a las necesidades y particularidades locales, y que se vincule de manera efectiva con otras organizaciones y las fuerzas policiales. Pensar de esta manera es un buen comienzo para diseñar programas y acciones concretas que puedan tener un impacto real y reducir los niveles de violencia en el país.

[1] La organización se enfoca en tatuajes visibles (cara, cuello, brazos, piernas) y ofensivos o relacionados con pandillas que puedan dificultar la búsqueda de un empleo o no representar la identidad actual de la persona. Ver: https://gardenpathways.org/tattooremoval/

[2] Mi traducción del inglés. 

Daniel Núñez

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