El extraño caso de Jimmy Morales, o el síndrome de Mr. Magoo

Por Daniel Haering
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Mas eso no es siempre así. El cerebro humano es una máquina que busca patrones. Si no hay una evidente relación de causalidad consciente e intencional, nuestras neuronas conspirarán, a veces a favor y a veces en contra de nosotros, para encontrarla. Por regla general, esta capacidad natural es la condición necesaria para el conocimiento, pero también juega malas pasadas. Estas vienen en forma de visiones de vírgenes en tostadas, dioses en huracanes y conspiraciones judeomasónicas en el sistema financiero.

Muchas cosas son el producto de un proceso ciego (toda forma viviente, como bien explica Dawkins para empezar) que tiene un resultado complejo, pero no una intencionalidad consciente. De hecho, los autores liberales escoceses nos enseñan que, para hacer ciencias sociales, debemos introducir nociones como consecuencias no intencionales u órdenes policéntricos. La vida biológica y social no se explica sin cierto grado de azar, de variables que actúan ciegamente, sin sentido, pero que acaban afectando nuestras vidas. Suerte, destino, divina providencia o aleatoriedad son algunas de las expresiones que se han utilizado, por distintas personas y sus distintas interpretaciones, para designar esta parte de la naturaleza de las cosas.

Una campaña electoral correspondería a un evento contrario a esto, es decir, planificado. Obviamente, la estrategia de comunicación de un partido está sometida a ciertas variables que no puede controlar el centro de mando, pero uno podría decir que el ganador en una elección no lo es por casualidad. Hay siempre algo que el estratega detrás del candidato ha hecho bien…de la misma manera que los resultados deportivos tienden a ser explicados por la calidad, motivación, preparación y estrategia de los jugadores, los resultados electorales obedecen a lógicas similares. Guatemala, este país nuestro tan particular, nos presenta con un extraño caso que se parece más a un orden no intencional que a una acción pensada.
En este artículo voy a defender una tesis atrevida, que puede ser cuestionada y sometida a otros criterios. El problema con el que me enfrento es de data. Para llegar sólidamente a las conclusiones a las que quiero llegar necesitaría encuestas diarias, información sobre focus groups, y un análisis de audiencias y medios infinitamente más sofisticados que el que poseemos. Lo que haré en cambio es un juicio de valor sobre los mensajes y candidatos de esta campaña dentro del marco teórico de la construcción de agenda en comunicación. La tesis es la siguiente: Jimmy, si llega a ser Presidente, lo será por accidente… por una conspiración del destino.

La historia de esta campaña yo la resumiría de la siguiente manera: la CICIG lanzando bombas mediáticas y Jimmy haciendo de Mr Magoo. Para quien no conozca a este entrañable personaje caricaturesco, Magoo es un viejo simpático de vista corta que en su actividad diaria se mete en toda clase de situaciones cómicas y desastrosas, mas nunca llega a saber de sus meteduras de pata pues – haga lo que haga- todo a su alrededor se alinea en su favor y sale ileso, llegando a su destino sano y salvo pese a su ceguera. Magoo es, al final del día, una alegoría de la buena, y cómica, suerte.

Para explicar el camino que sigo para llegar a esta conclusión es necesario empezar con la Teoría de la Agenda Setting. Básicamente consiste en asumir lo siguiente: los medios de comunicación no te dicen qué pensar sino sobre qué pensar. Es decir, obligan a posicionar a la ciudadanía en temas determinados, en los que no pensaría si no estuvieran en los periódicos. No va a manipular a nadie a pensar si hubo o no genocidio (eso depende de tu biografía, tu orientación ideológica, de muchas cosas que los líderes de opinión no pueden afectar), pero van a forzar posicionamiento frente al tema. En una contienda política será muy importante quién de los candidatos se proyecta mejor en el tema dominante del momento frente a la audiencia.

En una campaña electoral lo normal es que las agendas sean influidas en buena medida por las candidaturas. Al recibir una enorme atención de los medios es más fácil colocar los grandes temas y sus mensajes en el debate público (siempre que el público los identifique como problemas, claro está). Es en ese contexto es que se produce un competencia de agendas, donde las candidaturas hablarán de los problemas que les interesan destacar e intentarán posicionarse con respecto a los mismos como mejor les conviene. Otto Pérez Molina, en la campaña electoral de 2011, se posicionó como el solucionador de la inseguridad y se puede decir que ganó en cierta medida porque la campaña giró en torno a ese tema.

En cambio la actual campaña chapina ha sido muy distinta. La CICIG, el Ministerio Público y las continuas manifestaciones han marcado la agenda de manera absolutamente dominante y los candidatos han tenido que ir adaptándose a los jueves de CICIG, los viernes de MP y los sábados de protesta ciudadana. Lo que parecía una campaña que iba a versar sobre el empleo se convirtió en una campaña sobre corrupción y reforma del sistema ¿Quién se nos podía presentar como la solución a la corrupción? El señor Baldizón del partido Líder, claro favorito, no se presentaba como gran renovador ¿cómo lo haría si ha formado parte del sistema, alimentándolo desde hace años? Cometió además un error estratégico detrás de otro, desde pelearse con los tres actores antes mencionados que marcaron la pauta del debate hasta lemas como el Letoca, que se le volvieron en contra.

A todo esto Jimmy pasaba por aquí. Un comediante sin dinero, sin estructura política y que testeaba el ambiente para próximas elecciones resultó estar en medio de todo esto. Con la pulcritud que le da no ser político, sólo tuvo que sonreír para resultar el más creíble de todos los candidatos. Ni corrupto ni ladrón. No mucho más que eso.

A esto se le une un segundo elemento que se alineó a favor de Morales. La oferta política con la que se ha enfrentado. Los dos máximos contendientes fuertes en lo rural, Manuel y Sandra, son de los peores candidatos vistos por los guatemaltecos. Nerviosos, erráticos y sudorosos tienen una capacidad limitada de conexión con el público. El resto de políticos profesionales, sobre todo las opciones urbanas minoritarias nunca plantearon una posibilidad creíble. Se trató de un conjunto de personajes entre grises y desconocidos con estrategias de campaña en el mejor de los casos ocurrentes y, en el peor, ridículas.

Como Mr. Magoo la campaña de Jimmy se ha comportado como si de facto estuviera ciega ante lo que pasa a su alrededor. En ningún momento se subió a la ola de indignación ni representó a los que se manifestaban en la plaza. Los mensajes son difusos y artesanales, ocurrencias que en ningún caso pueden sustituir a una estrategia de comunicación. Tampoco el discurso de Jimmy es nada nuevo. Es difícil diferenciar la diatriba de vaguedades que Morales dice cada vez que tiene un micrófono cerca con la de decenas de políticos chapines. Sin dinero, ni estructura, ni mensajes sólidos, el secreto del éxito está consistiendo en estar en el momento correcto con la inocencia adecuada.

No hay una gran mente detrás del resultado electoral de Morales. Al contrario que a cierta gente, eso a mí me resulta más escalofriante que si existiera una conspiración en contubernio de intereses oligárquico-militares. La realidad puede ser explicada de otra forma, a través de órdenes policéntricos que ahora parecen entregarle en bandeja la Presidencia a Jimmy. El destino conspiró para que llegara al poder….el problema para los ciudadanos es que no pase como con el bueno de Magoo que en su actividad despreocupada y afortunada, deja siempre un reguero de destrucción a su alrededor.

Daniel Haering

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