Las políticas de “mano dura” establecidas por los países del Triángulo Norte de Centroamérica han mostrado un efecto contrario al esperado: las maras se fortalecieron, el número de sus integrantes se multiplicó, y su comportamiento se volvió más violento. La prevención, sin dejar de lado el compromiso con la seguridad ciudadana, resulta clave para evitar que las maras continúen siendo una alternativa para la niñez, adolescencia y juventud.
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