Al carecer de esos datos individuales, debemos limitar nuestro análisis a los municipios o departamentos (distritos electorales) donde lo que observamos es el comportamiento ya agregado de los votantes. Así corremos el riesgo de caer en la conocida falacia ecológica, según la cual se les atribuye a los individuos el comportamiento del grupo al cual pertenecen. Por otro lado, debemos reconocer que el voto que finalmente importa es el agregado, pues es el que decide cómo se distribuye el poder en una democracia. Como sabemos, es el comportamiento de las mayorías el que define los resultados que en este caso deseamos comprender.
Guatemala tuvo elecciones generales el recién pasado 6 de septiembre. Se eligieron candidatos para los cargos de Presidencia y Vicepresidencia de la República, diputados al Congreso (158), integrantes de las corporaciones municipales (338 alcaldías), y diputados al Parlamento Centroamericano. En este breve análisis nos limitaremos al comportamiento del electorado respecto a candidatos para la Presidencia del Organismo Ejecutivo, pues se requiere de una segunda vuelta el próximo 25 de octubre para determinar por mayoría absoluta a un ganador. Los contendientes son Jimmy Morales del partido FCN Nación (empresario y comediante, cuyo partido fue creado en 2008 por militares veteranos del conflicto armado interno) y Sandra Torres de UNE (social demócrata y ex Primera Dama de la nación, 2008-11). Esta última logró pasar al balotaje después de una reñida competencia con Manuel Baldizón del partido LIDER, a quien derrotó por un estrecho margen de casi 18 mil votos.
Al ser Guatemala un estado unitario, los candidatos compiten por votos individuales, no por colegios electorales o votos asignados a las regiones de acuerdo alguna regla de proporcionalidad. FCN obtuvo casi un 24 por ciento de los votos válidos, mientras que UNE llegó casi al 20 por ciento. La diferencia entre ambos fue de unos 200 mil votos, menos del 3 por ciento del electorado, que sobre pasa los 7 millones 500 mil. Esa (des)ventaja es menor a la de votos nulos o en blanco registrados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) en la presente elección, en la cual se rompió record de asistencia con más del 71 por ciento de participación a nivel nacional.
La distribución geográfica del voto, según los municipios donde uno de los dos partidos en aún contienda aventajó al otro se presenta en el siguiente mapa. Nótese que no se trata del partido vencedor en términos absolutos, sino relativos, por lo que la intensidad del color indica qué tanta ventaja sacó uno sobre el otro.
Como se puede observar, la UNE fue superior en casi toda la zona conocida como la Franja Transversal del Norte, que va desde el Caribe hacia México. Región muy alejada de la Ciudad de Guatemala, en todo sentido: geográfica, cultural y económicamente. El FCN dominó en casi todas las demás regiones del Oriente, Sur y Centro del país, así como en buena parte del Altiplano Occidental, la más urbanizada. Su principal bastión, no obstante, fue el departamento de Guatemala, donde aventajó a la UNE por casi 270 mil votos (107 mil de diferencia sólo en la Ciudad Capital).
Las elecciones se dieron en un contexto muy particular, uno de alta politización ciudadana, tras 20 semanas de protestas pacíficas para pedir la renuncia de las máximas autoridades del Poder Ejecutivo, después de los escándalos de corrupción en las aduanas y el seguro social. Finalmente, la movilización de cientos de miles de personas alcanzó sus objetivos. Tan sólo días antes de las elecciones Otto Pérez Molina había renunciado al cargo de Presidente de la República para enfrentar la justicia, como un ciudadano común y corriente, al igual que los hizo su ex vicepresidente algunos meses atrás.
Dichas manifestaciones anticorrupción ocurrieron especialmente en los centros urbanos del país, donde habita la clase media con acceso a redes sociales facilitadas por el Internet y a medios alternativos de comunicación social, como la televisión por cable. Estos medios de interacción, se plantea, jugaron un papel fundamental para explicar la bochornosa derrota de Manuel Baldizón, candidato que al principio del año era el puntero indiscutible en las encuestas, debido a sus exorbitantes gastos de campaña, incluso antes que las elecciones fueran convocadas formalmente. Las redes sociales convirtieron su lema de “Le Toca” (ser el Presidente por haber quedado en segundo lugar hace cuatro años) en un rotundo “No te toca” que se tradujo en el voto a favor de Jimmy Morales, el candidato novato, ajeno al sistema político que estaba siendo cuestionado por la sociedad civil en su conjunto.
Más allá de esa coyuntura política electoral, es importante explorar factores de carácter estructural que nos puedan dar indicios del comportamiento que podría persistir en la segunda vuelta con mayor facilidad. Por ejemplo: ¿Qué nos dicen otras variables, como la etnicidad y el nivel de desarrollo urbano respecto a la distribución geográfica del voto? Veamos el siguiente gráfico de barras, donde se presenta el número de votos que recibió cada partido (FCN vs. UNE), según el porcentaje de población indígena que el Censo de Población 2002 registró en cada municipio, controlándose por el nivel de urbanización que el Instituto Nacional de Estadística (INE) estableció para fines del mismo censo.
Nota: para facilitar el análisis, los municipios se clasificaron en 4 grupos de acuerdo con la respectiva distribución de percentiles (25, 50 y 75).
Dos tendencias son bastante claras en el gráfico. Primero, en los municipios menos urbanizados (o más rurales), no importa el porcentaje de población indígena, el voto agregado favorece a Sandra Torres. La diferencia a su favor parece ampliarse en la medida en que crece la población indígena. Segundo, en los municipios más urbanizados (o menos rurales), tampoco importa el porcentaje de población indígena porque el voto agregado tiende a favorecer a Jimmy Morales en todos, especialmente en municipios con 3 a 27 por ciento de población indígena, como es el caso de 8 municipios del Departamento de Guatemala.
En los municipios con niveles intermedios de urbanización (del 15 al 46 por ciento), el comportamiento es más ambiguo. Sin embargo, en aquellos con alto porcentaje de población indígena el voto aún favorece a Sandra Torres. ¿Cómo se explica esto? Sabemos que la población indígena vive mayoritariamente en zonas rurales y pobres del país, las cuales fueron beneficiadas durante la Administración del Presidente Álvaro Colom, cuando Sandra Torres era la Primera Dama de la Nación y coordinaba precisamente los programas sociales que llegaron a esta población antes ignorada por el Estado. El partido UNE, cuando estaba en el poder (2008-11), no sólo implementó los programas de transferencias condicionadas que, entre otros logros, aumentaron la cobertura educativa, sino que tuvo un impacto importante en la inclusión de las mujeres indígenas a la vida política del país. Para que las mujeres pudieran ser beneficiarias por la ayuda gubernamental, era indispensable que contaran con documento de identificación y estuvieran registradas en el padrón electoral. Está expansión de la ciudadanía, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, tiene mucho por explicar sobre los resultados de esta elección, en la cual ya pudo participar Sandra Torres, pues hace cuatro años se lo impidió una cláusula constitucional de parentesco.
El siguiente gráfico resume muy bien el argumento, que luego deberá ser evaluado econométricamente, porque en los municipios donde hubo una mayor cantidad de familias beneficiadas por los programas sociales, el triunfo electoral de la UNE y su candidata fue contundente. Al FCN le aventaja por más de 120 mil votos en dichos municipios.
Nota: agradezco a Enrique Naveda de Plaza Pública por facilitarme la base de datos de Mi Familia Progresa, que él y Javier Fortín utilizaron para su artículo publicado en Espacios Políticos (2012), titulado “¿Inciden las transferencias condicionadas en las elecciones?” Año V, Número 6, pp. 27-48.
En conclusión, este análisis exploratorio parece indicar que factores estructurales interactúan con la coyuntura política para explicar el resultado electoral. La división urbano-rural del país seguirá jugando un papel importante en las elecciones 2015. El votante rural beneficiado por los programas sociales en 2008-11 parece comportarse con reciprocidad a favor de Sandra Torres. Está por verse si el votante urbano, ya aliviado por la derrota anticipada de Manuel Baldizón (visualizado como un político comprometido financieramente con intereses particulares), mantiene su preferencia por un candidato sin experiencia alguna, a la hora de evaluar quién le pude resolver problemas fundamentales como el de la inseguridad y la falta de oportunidades de trabajo.
PD. Mapa fue actualizado con algunos cambios, incluyendo ahora los 338 municipios (1 oct. 2015).