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Estrategias de reforma electoral: un problema de distritos

Por Sergio Texaj
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Hace apenas unos meses, Guatemala salió de uno de los procesos electorales más inciertos  desde la transición democrática del siglo pasado. Luego de haber conseguido una transición de mando exitosa, es importante aprovechar las lecciones aprendidas de los últimos comicios para impulsar reformas que doten de mayor legitimidad, representatividad y gobernabilidad al sistema electoral guatemalteco.

Antes, es necesario tener en cuenta que los procesos de reforma electoral requieren de un esfuerzo particular de creatividad y coherencia, ya que los componentes de la normativa que regula las elecciones se encuentran estrechamente interrelacionados. Esto quiere decir que las reformas al sistema electoral no pueden abordarse de forma aislada, puesto que el cambio en uno de sus componentes puede tener consecuencias en el funcionamiento de otros componentes. Por este motivo, debemos adoptar un enfoque sistémico para abordar las propuestas de reforma electoral.

En este artículo nos enfocamos en uno de los principales problemas que identificamos en el último proceso electoral: el tamaño de los distritos electorales, que son las unidades territoriales a las que se les asigna un número variable de representantes, de acuerdo con criterios demográficos, geográficos, culturales, socioeconómicos, entre otros, para la creación de comunidades políticas con intereses de representación común. El sistema distrital en Guatemala contempla distritos de diferentes tamaños (o magnitudes): grandes (más de 8 representantes), medianos (5-8 representantes) y pequeños (1-4 representantes)[1]. Esta variedad de tamaños entre distritos puede generar efectos cruzados en el sistema electoral y un desbalance de fuerzas políticas en el órgano legislativo, por lo cual en Diálogos proponemos la adopción de una estrategia de “circuitos electorales” que reduzca esa asimetría interdistrital.

Al hablar de los distritos en un sistema de representación proporcional como el que rige en Guatemala, una regla general es que, mientras más grande es el tamaño del distrito, mayores son los grados de proporcionalidad[2], lo cual puede conducir a una mayor fragmentación partidaria[3], lo que favorece los intereses de fuerzas políticas minoritarias que luchan por tener representación en el legislativo. De acuerdo con Hix, Johnston y McLean,[4] lo contrario ocurre en distritos pequeños, en los que se favorece la concentración del poder en un grupo reducido de partidos que gozan de mucho apoyo en sus territorios y terminan siendo sobre-representados en el legislativo.

Si bien la anterior es una regla general del funcionamiento de los distritos electorales en función de su tamaño, en la práctica, la sobrerrepresentación[5] de la que se benefician los partidos grandes en distritos pequeños varía dependiendo de otros factores, como la concentración territorial de su apoyo electoral, o bien, la fórmula de conversión de votos en puestos de representación que se decida emplear. Así por ejemplo, a medida que el apoyo de un partido se concentra en un distrito determinado, el grado de sobrerrepresentación del que se beneficia puede ser menor, por la influencia de la fórmula electoral en la distribución de escaños.

En Guatemala, unos de los principales problemas es que el sistema electoral es de los más dispares del mundo en cuanto al tamaño de sus distritos. Bajo el diseño actual, hay distritos pequeños con, por ejemplo, dos representantes, como Zacapa y El Progreso, que  tienden a favorecer a partidos grandes. En contraste, el distrito de Guatemala (19 representantes) y el distrito central (11 representantes) son distritos  grandes que, combinados con el listado nacional (32 representantes), tienen un efecto contrario: favorecen la representación de partidos pequeños. Esa tendencia “hacia los extremos” ha propiciado un desbalance de fuerzas políticas que a su vez dificulta que las diferentes bancadas representadas en el Congreso generen consensos, lo que se traduce en un obstáculo para la gobernabilidad del sistema.

Para ilustrar la permisividad de los distritos grandes y la concentración de fuerzas que se deriva de los distritos pequeños, las siguientes tablas muestran, de manera acumulada, los partidos que obtuvieron representación en cada uno de los últimos tres procesos electorales, clasificados según el tamaño de los distritos. Los partidos resaltados son aquellos que no habrían obtenido cuotas de representación de no ser por la existencia de distritos grandes.[6]

Relación entre el tamaño de los distritos y la cantidad de partidos con representación para las elecciones de 2015

Distritos pequeños (magnitud 1-4)
Partido
Curules
Vamos
14
Cabal
8
UNE
7
Valor-Unionista
4
Semilla
2
Viva
1
Todos
1
Azul
1
Cambio
1
Distritos medianos (magnitud 5-8)
Partidos
Curules
Vamos
9
UNE
7
Cabal
4
Viva
4
Valor-Unionista
3
Semilla
2
Todos
2
Distritos grandes (mayores a 8)
Partidos
Curules
Semilla
19
Vamos
16
UNE
14
Cabal
6
Viva
6
Valor-Unionista
5
VOS
4
BIEN
4
PPN
3
Victoria
3
Creo
3
Todos
3
Elefante
2
Winaq
1
Azul
1
FUENTE: Elaboración propia con datos de Memoria Electoral 2015 del TSE

Relación entre el tamaño de los distritos y la cantidad de partidos con representación para las elecciones de 2019

Distritos pequeños (magnitud 1-4)
Partido
Curules
Vamos
14
Cabal
8
UNE
7
Valor-Unionista
4
Semilla
2
Viva
1
Todos
1
Azul
1
Cambio
1
Distritos medianos (magnitud 5-8)
Partidos
Curules
Vamos
9
UNE
7
Cabal
4
Viva
4
Valor-Unionista
3
Semilla
2
Todos
2
Distritos grandes (mayores a 8)
Partidos
Curules
Semilla
19
Vamos
16
UNE
14
Cabal
6
Viva
6
Valor-Unionista
5
VOS
4
BIEN
4
PPN
3
Victoria
3
Creo
3
Todos
3
Elefante
2
Winaq
1
Azul
1
Fuente: Elaboración propia con datos de Memoria Electoral 2019 del TSE

Relación entre el tamaño de los distritos y la cantidad de partidos con representación para las elecciones de 2023

Distritos pequeños (magnitud 1-4)
Partido
Curules
Vamos
14
Cabal
8
UNE
7
Valor-Unionista
4
Semilla
2
Viva
1
Todos
1
Azul
1
Cambio
1
Distritos medianos (magnitud 5-8)
Partidos
Curules
Vamos
9
UNE
7
Cabal
4
Viva
4
Valor-Unionista
3
Semilla
2
Todos
2
Distritos grandes (mayores a 8)
Partidos
Curules
Semilla
19
Vamos
16
UNE
14
Cabal
6
Viva
6
Valor-Unionista
5
VOS
4
BIEN
4
PPN
3
Victoria
3
Creo
3
Todos
3
Elefante
2
Winaq
1
Azul
1
FUENTE: Elaboración propia con datos del TSE

De estos resultados se puede deducir que atender el desbalance de fuerzas políticas en el legislativo pasa, en parte, por reducir las asimetrías en el sistema distrital del país, con el objetivo de fortalecer la representación de los partidos medianos y reducir la presencia de microbancadas. Fortín[1] plantea que distritos con magnitudes que oscilan entre los 3-8 representantes benefician a los partidos medianos, con lo cual se logra un equilibrio “en el medio” y no “en los extremos”, como sucede bajo el diseño vigente. Cabe resaltar que, a medida que aumenta el tamaño de los distritos, se dificulta también la capacidad de los electores de identificar a sus representantes e individualizar su comportamiento parlamentario una vez alcanzado el poder, lo cual impacta en los niveles de representatividad y legitimidad del sistema político-electoral.

A partir de esta premisa, en Diálogos presentamos a la Comisión de Modernización y Actualización Electoral (CAME) la propuesta de “circuitos electorales”, que consiste en mantener el número total de diputados del Congreso (160) y respetar la delimitación departamental establecida constitucionalmente, pero a la vez crear circuitos más reducidos para aquellos distritos cuya magnitud es mayor a seis (con excepción del Listado Nacional). Esto con la intención de reducir el efecto multiplicador de fuerzas políticas que se identificó en los distritos grandes.

La incorporación de circuitos electorales con una magnitud reducida también fomenta la creación de un vínculo más estrecho entre el electorado y sus representantes, al hacer más sencilla la individualización de su comportamiento en el Congreso. Cabe resaltar que, según datos del Latinobarómetro,[2] la confianza de la población guatemalteca en el Congreso de la República se sitúa en tan solo 18 puntos porcentuales, mientras que, para el caso de los partidos políticos, la cifra baja  a los 9 puntos porcentuales, lo que refleja una crisis de representatividad que necesita ser atendida.

Se debe matizar que esta propuesta de reforma electoral aún tiene que superar retos de planteamiento ante la Corte de Constitucionalidad, que ya se pronunció consultivamente ante una estrategia similar que buscaba la subdistritación. En su expediente 642-2018, la Corte catalogó dicha estrategia como una medida que contraviene el artículo 157 constitucional, e indicó: “cuando, por medio de la reforma de mil novecientos noventa y tres, el poder constituyente derivado elevó a rango constitucional la determinación de los distritos electorales […] puso esta materia fuera del alcance del poder constituido (es decir: del Congreso de la República)”.

La propuesta de crear circuitos electorales también debe atender cuestiones operativas. En este sentido, se contempla una delimitación basada en criterios geográficos, culturales y de distribución poblacional como labor asignada al Departamento de Cartografía Electoral del Tribunal Supremo Electoral (TSE), en coordinación con el Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Instituto Geográfico Nacional (IGN), y con la orientación de instancias internacionales que aporten buenas prácticas de implementación, como la Fundación Internacional para los Sistemas Electorales (IFES por sus siglas en inglés).

Como parte de la visión sistémica que se usó en las propuestas de reforma presentadas en la CAME, se considera indispensable que la creación de circuitos electorales venga de la mano de un cambio en la fórmula de conversión de votos en puestos de representación. Esto con el objetivo de darle el empuje necesario a los partidos medianos que, bajo el método D´Hondt, suelen ser perjudicados. En ese sentido, la fórmula Sainte-Laguë, cuya única diferencia con respecto a la fórmula vigente es que usa  divisores impares (1,3,5,7… en lugar de 1,2,3,4…), beneficiaría a los partidos pequeños y medianos y fortalecería el balance de fuerzas políticas en el Congreso. Además, la adopción de esta fórmula no añadiría complejidades significativas para el votante o para las Juntas Receptoras de Votos en el proceso de escrutinio y asignación de curules.

Otra variable identificada es el vínculo que existe entre el tamaño de los distritos y la relación entre representante y representado.   se abordó la propuesta de desbloquear los listados para acercar a la ciudadanía con sus representantes. Sin embargo, se hizo alusión a que, en distritos grandes, los efectos de un nuevo formato de listas se ven diluidos, ya que la relación se mantiene distante al ser más complicado para la población individualizar el comportamiento legislativo de hasta 19 representantes, como sucede en el caso del distrito de Guatemala.

La complejidad del proceso de elección también se identificó como una variable inherente al cambio de listados. En distritos grandes, el desbloqueo de listas supone que, el día de las elecciones, el votante tendrá una papeleta con los rostros de todos los candidatos que se presentaron en su distrito, lo que aumenta la dificultad para el ejercicio del voto y el escrutinio por parte de las Juntas Receptoras de Votos. Bajo un análisis de costo-beneficio, adoptar la estrategia de creación de circuitos electorales reducidos implica potenciar los efectos positivos del desbloqueo de listas, al mismo tiempo que se atenúan sus efectos perversos, haciendo de ambas reformas acciones complementarias.

Estas son solo algunas de la serie de propuestas de reforma que desde Diálogos presentamos en la CAME y que buscan abordar de forma integral el funcionamiento del sistema electoral guatemalteco para dotarlo de legitimidad, representatividad y gobernabilidad. Plantearlo de esta manera abre la discusión para observar con mayor detalle los efectos que las reformas tienen entre sí, de modo que el remedio no resulte peor que la enfermedad.

[1] Chicola, P. “El sistema electoral guatemalteco en el proceso electoral 2015”. En Un modelo de transición: desafíos al régimen político electoral, editado por Helvi Mendizábal (Guatemala: Serviprensa, 2017), 83.

[2] La proporcionalidad es el grado de exactitud con el que se reflejan las posturas políticas de la población, expresadas a través del voto, dentro de las instituciones. A medida que el sistema electoral es más proporcional, mayores niveles de representatividad producen en detrimento de la gobernabilidad. La literatura sobre sistemas electorales coloca a la representatividad y a la gobernabilidad como valores democráticos contrapuestos, que deben encontrar su equilibrio según las condiciones específicas del contexto social y la normativa electoral. 

[3] La fragmentación partidaria se refiere a la diversidad de partidos políticos con al menos un escaño de representación dentro del poder legislativo. Mientras más partidos alcancen representación parlamentaria, mayor es el grado de fragmentación en el sistema político, lo que eleva los costos de generar acuerdos para gobernar.

[4] Hix, Simon, Johnston, Ron y McLean, Lain. Choosing an electoral system. (Londres: British Academy, 2010), 27. https://www.thebritishacademy.ac.uk/documents/246/Choosing-an-electoral-system.pdf

[5] En distritos pequeños, los partidos con menor apoyo electoral se suelen ver “castigados” recibiendo menos escaños con relación a lo que proporcionalmente les correspondería (subrepresentación). El sistema electoral compensa esos votos beneficiando a los partidos grandes con una cuota de representación mayor de la que proporcionalmente les corresponde (sobrerrepresentación). Esto se conoce como el efecto “mecánico” de los sistemas electorales.

[6] Una vez clasificada la cantidad de espacios de representación que obtuvo cada partido en los tres tamaños de distritos que se derivan de la normativa electoral vigente, se identificó los partidos que aparecen únicamente en la tabla de -distritos grandes-. Es decir que, sin la existencia de estos distritos es muy probable que los partidos resaltados no habrían tenido ni un asiento de representación en la respectiva legislatura.

[7] Fortín, Javier. Armando rompecabezas: distritos electorales en Guatemala (Guatemala: ASIES, 2016), 1. http://asies.org.gt/pdf/2016,armandorompecabezas.pdf

[8] Corporación Latinobarómetro. Latinobarómetro informe 2021. Santiago: Corporación Latinobarómetro, 2021. https://www.latinobarometro.org/latContents.jsp

Sergio Texaj

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