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La migración y las múltiples violencias en Guatemala

Por Carmelita Ixcol
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Cuando se piensa en la violencia como una de las causas de la migración, por lo general se piensa en la violencia como inseguridad, asociada con grupos delincuenciales, como las pandillas o los narcotraficantes, o en hechos delictivos, como los robos, los asaltos, las extorsiones y los homicidios. La violencia suele enmarcarse en este esquema de seguridad humana, que sin duda afecta a miles de guatemaltecos y guatemaltecas en el día a día. Sin embargo, la violencia también puede manifestarse de otras formas, por ejemplo, en la falta de acceso a servicios básicos, como el agua, la salud o la educación, o en la escasez de trabajos dignos o de vivienda accesible; o en la imposibilidad de construir una vida en el país en el que la persona nació. Esta es una perspectiva más estructural de la violencia, y en este artículo se abordarán ambas en relación con la migración irregular.

La distinción entre estos dos tipos de violencia no es nueva. De acuerdo con Galtung (1985), la violencia puede verse como violencia directa, es decir, “aquella que es visible y se refiere a actos de destrucción física y/o verbal, de agresión o coacción”; y como violencia estructural, es decir, “aquella que surge dentro de la estructura social y se manifiesta como un poder desigual y, por consiguiente, como oportunidades de vida diferenciadas para unos y otros”. Galtung también habla de la violencia cultural, la cual “no es más que las diferentes formas de daño que se expresan en las mentalidades, las creencias y los valores, en los modos de pensar y de dirigir las acciones que suelen convertirse en nefastos ‘sentidos comunes’ que invitan a la violencia directa e intentan legitimar la violencia estructural”.[1]

Como explica González-Izás: “El gran aporte del concepto de violencia desarrollado por Galtung radica en que permite establecer la distinción y, al mismo tiempo, la relación que hay entre la violencia directa (agresión directa visible), la violencia estructural (que procede de las estructuras económicas, sociales y políticas) y la violencia cultural (valores, ideas y símbolos que legitiman la violencia)”.[2]

La violencia como inseguridad (es decir, la violencia directa de Galtung) debe ser entendida dentro del contexto en el que se ejerce y experimenta. Por ejemplo, la violencia que las personas experimentan en las áreas rurales no es la misma violencia que experimentan las personas en las áreas urbanas. De igual forma, la violencia que las personas experimentan dentro de sus hogares no es la misma violencia que experimentan en sus comunidades.

Para profundizar en este tema, en el marco de este estudio, se desarrolló un índice que mide el nivel seguridad tanto en el entorno comunitario como en el ámbito familiar. Por un lado, se consideraron factores relacionados con la seguridad comunitaria, como ser testigo o víctima de extorsiones, homicidios o violaciones. Por el otro lado, para evaluar la seguridad dentro de las familias, se incluyeron preguntas relacionadas respecto a ser testigo o víctima de maltrato o violencia física por parte de un miembro de la familia. 

 En general, el índice muestra que las personas sienten más seguridad a nivel familiar que a nivel comunitario. Las personas que manifestaron más inseguridad comunitaria son residentes de áreas urbanas y del área metropolitana. A nivel familiar, la inseguridad es baja y es prácticamente igual en ambas regiones y en áreas urbanas y rurales. En este punto es necesario recordar que la violencia en el ámbito familiar por lo general es difícil de expresar o está normalizada, por lo que estas cifras pueden no reflejar lo que realmente ocurre dentro de los hogares.

 Gráfica 1. Índice de seguridad familiar y comunitaria, según área geográfica

Área

¿En qué región se encuentra?

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental.
Nota: El índice va de 0 a 1, en donde 0=mayor inseguridad y 1=mayor seguridad.

Al analizar las características de los encuestados, se observan algunas diferencias importantes. En general, las personas ladinas/mestizas reportaron mayor seguridad a nivel familiar que a nivel comunitario. Al comparar por sexo, las mujeres identificaron mayor inseguridad que los hombres tanto a nivel comunitario como a nivel familiar. En el caso de las personas que se auto identifican como parte de los pueblos xinca, garífuna, afrodescendientes u otros, los hombres reportaron mayor inseguridad en el ámbito comunitario y las mujeres en el ámbito familiar.

Gráfica 2. Índice de seguridad familiar y comunitaria, según sexo y pueblo de pertenencia de la persona encuestada

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental.
Nota: El índice va de 0 a 1, en donde 0=mayor inseguridad y 1=mayor seguridad.
*Otro: incluye pueblos xincas, garífunas, afrodescendientes u otro.

Algunos relatos de personas residentes del área metropolitana y de centros urbanos ilustran estas cifras:

“[Aquí] hay mucha pandilla, se ve mucho, incluso afuera de la escuela están tomando, y las mamás, para evitar eso, mejor los mandan afuera, porque para continuar sus estudios, el instituto está muy lejos o no tienen para el pago del transporte, entonces la mayoría prefiere que sus hijos aprendan a leer y a escribir, que saquen sexto, y luego los mandan a Estados Unidos. Se van y ya no regresan, incluso hay casas que están abandonadas porque ya no regresan y vemos cartelitos que dicen 'se vende'; la colonia está muy abandonada”

"Uno dice: si prestan dinero para irse, unos 120 mil quetzales, ¿por qué mejor no ponen un negocio? El problema es por la inseguridad del país. Si usted pone un negocio, tiene que analizar bien dónde lo va a poner, porque si no, va a estar trabajando para los extorsionistas".

Como lo ilustra la primera cita, en algunos casos, la violencia como inseguridad está vinculada directamente con la motivación para migrar de algunas personas. De acuerdon con las encuestas realizadas, es más frecuente que estas presonas residan en áreas urbanas y en el área metropolitana. Al profundizar en los tipos de violencia, se observa que, en las áreas urbanas, una proporción significativa indicó que desea alejarse de las extorsiones y de los asesinatos (31% y 28% muy de acuerdo o algo de acuerdo, respectivamente). 

Gráfica 3. “¿Cuál es la principal razón por la que se iría de Guatemala? Quiere alejarse de…”

               Violencia dentro de su familia                          |                          Extorsiones                         |                          Asesinatos                               

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental.

Aunque la violencia intrafamiliar no parece ser un motivo generalizado para migrar en ninguna de las dos áreas, sí fue mencionado en los grupos focales. El siguiente relato lo ejemplifica:

"Escuché un caso de una señorita que sufría violencia por su pareja, decidió no irse del país sino cambiarse de lugar, pero él la siguió, entonces mejor se fue del país".

"Hay padres que son alcohólicos o que consumen otras sustancias, y los hijos, al cumplir los 18 años, se ven obligados a irse o la misma familia hace todo lo posible para que se vaya el hijo. O la esposa está viviendo en situación de violencia intrafamiliar y se lleva al hijo y se va a Estados Unidos o puede ser que se vaya aquí en el país, o a otro país"

Cuando deciden migrar, muchas personas pueden ser víctimas de violencia en el camino. Los testimonios de dos personas que participaron en los grupos focales lo ilustran bien:

"Las mujeres lo piensan más antes de irse, por la violencia. Conozco una mujer que se fue dos veces, La primera entregó al niño, el papá lo recibió allá y a ella la deportaron. A los 20 días se fue, el mismo coyote la entregó y la secuestraron y se escapó porque me contó que ella escuchó que la iban a vender, la quisieron violar, gracias a Dios no le pasó nada, ya tiene más de un año de estar allá. Pero sí corren demasiado riesgo".

"También conocí un caso… dice que el coyote le dijo ‘mira, no te gustaría ir a los estados, me da pena verte, tus hijos no tienen ni qué vestir, ni qué comer, yo siento lástima por ti’; eso le dijo el coyote, pero ella no tenía ni para su comida, menos para pagar un coyote. Entonces él le dijo que él la llevaría, pero ella le dijo que no tenía con qué pagar. El coyote le dijo que con mil quinientos podría llevarla hasta allá, con todo y trabajo. Ella se puso feliz por sus hijos y su esposo que sólo ganaban para el día a día. Ella aceptó y buscó con el esposo quién les prestaba esa cantidad de dinero, y el esposo lo consiguió. Pero el esposo, analizando qué iba hacer si se quedaba con sus hijos, se puso a pensar que mejor se iba él. Entonces la jovencita le dijo eso al coyote, que en realidad quería aprovecharse de ella. El coyote aceptó, pero les pidió cinco mil, porque ya el esposo era el que iba a ir. Cuando se llevó al esposo, llegaron a determinado lugar y el coyote le dijo que necesitaba más dinero y le pidió veinte mil. Pero cuando llegaron a la frontera, el coyote se comunicó con ella para decirle que necesitaba más dinero porque el esposo no aparecía, y ella llamaba al esposo y él no contestaba. Alguien le dijo a ella que a su esposo lo habían dejado en manos de gente que se dedica a robar. En una de esas, el coyote contestó y le dijo que necesitaba cien mil o ciento veinticinco mil, total que llegaron a doscientos mil, tuvieron que hipotecar lo poco que tenían, porque ya el banco les estaba exigiendo y el esposo estaba perdido, se había quedado en la frontera. Un día la señora se iba a ahorcar, pero una vecina la detuvo, y ella, desesperada, le dijo que no tenía qué darles a sus hijos”.

Al hablar de la violencia estructural, la cuestión se complica un poco, ya que involucra al sistema económico que favorece a algunos mientras perjudica a otros y, por lo tanto, genera condiciones de vida diferenciadas para la población. Desde esta perspectiva, la migración no se trata solo de la movilidad humana, sino que involucra también al sistema económico y a las relaciones de poder que lo componen.

Esta situación se ve reflejada en algunos datos de las encuestas realizadas bajo el marco del presente estudio. Como se puede apreciar en la siguiente gráfica, el porcentaje de personas que afirmaron no haber tenido alimentos suficientes durante los últimos 12 meses se correlaciona con su nivel socioeconómico. Para los quintiles 1 y 2, los porcentajes de personas que afirmaron estar nada de acuerdo o poco de acuerdo con esta afirmación fueron de 48% y 24%, respectivamente. Cabe señalar que los quintiles 1 y 2 representan el 40% de las personas encuestadas y, de ellas, el 66% reside en el altiplano occidental.

Gráfica 4. Porcentaje de personas que respondieron que han tenido alimentos suficientes en los últimos 12 meses, por quintil.

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental.
Nota: El quintil 1 representa el nivel socioeconómico más precario y el quintil 5 y el mejor.

En este sentido, es interesante notar que algunas manifestaciones de la violencia estructural están también directamente ligadas al deseo de migrar. De acuerdo con un índice de motivación para migrar construido con los datos recopilados, las personas de los quintiles 1 y 2 –que son las que tienen menores ingresos y bienes básicos en el hogar– se sienten más motivadas para migrar por razones de empleo y por su situación económica. Al comparar este dato por sexo, las mujeres son las que desean migrar más por estos mismos factores.[3]

Gráfica 5. Índice de motivación por migrar por empleo y economía, por quintil y sexo.

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental.
Nota 1: El quintil 1 representa el nivel socioeconómico más precario y el quintil 5 el mejor.
Nota 2: 0 representa un motivo que no es suficiente para migrar y 1 que el motivo es una de las razones para migrar.

La violencia en su relación con la migración irregular plantea serios desafíos para la sociedad guatemalteca. Es necesario analizar la violencia en sus diferentes expresiones –ligada a la inseguridad, pero también a las estructuras históricas y en sus manifestaciones en la vida diaria. La violencia estructural tiende a ser normalizada e invisibilizada en el país; la atención suele centrarse más que todo en la violencia vinculada con la inseguridad, que sin duda afecta a miles de personas, mientras que a la violencia estructural no se le presta tanta atención como la que se le debería prestar. Las encuestas y los grupos focales realizados bajo el marco de este proyecto permiten reflexionar sobre los distintos factores que impulsan la migración irregular en Guatemala. Algunos de ellos son muy obvios y se discuten ampliamente en la arena pública; otros, no tanto. Un abordaje más completo del fenómeno debe incluir una discusión de todos los factores con el fin de diseñar soluciones e intervenciones que permitan que Guatemala pase de ser un país fragmentado a uno que se nutra con el potencial humano y las riquezas de las culturas que lo conforman.

[1] Johan Galtung (1985). Sobre Paz. Madrid y Barcelona: Editorial Fontamara, parafraseado en Matilde González-Izás (2017), El fenómeno de la violencia urbana, Ciudad de Guatemala: FLACSO, pp. 19-20.

[2] Matilde González-Izás, El fenómeno, p. 19.

[3] La variable que aborda el empleo y la economía del índice de motivación para migrar se construyó considerando factores como la falta de empleo, ingresos insuficientes y dificultades económicas que enfrenta la familia.

Carmelita Ixcol

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