La violencia contra las mujeres: más que un problema individual, es un problema social

Por Karla López
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“La celaba, la perseguía… La aisló, la golpeó y controlaba todo lo que ella hacía”.
(Caso de Luz María, víctima de femicidio) [1]

Cada noticia sobre femicidio y violencia contra las mujeres sin duda estremece y preocupa. El caso de Luz María es un ejemplo de un continuo de violencia que inició con violencia física, económica y psicológica, y terminó con un cruel asesinato en manos de su pareja. El femicidio es considerado la expresión más extrema de violencia en contra de las mujeres.

En la década de los 70 y 80, los movimientos de mujeres y feminista posicionaron la violencia contra las mujeres como un tema grave de violación a los derechos humanos. A partir de estas luchas, los Estados ratificaron tratados internacionales, como la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer en 1979 y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer “Convenio de Belém Do Pará” en 1994, en los cuales se comprometieron a crear políticas y leyes especializadas a favor de los derechos de las mujeres.

En Guatemala, hace casi catorce años, se aprobaron leyes específicas sobre el tema,  como la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer (2008) y la Ley contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas (2009). Actualmente, el sistema de justicia cuenta con juzgados especializados y, desde el 2021, con un modelo de atención integral para mujeres víctimas de violencia que reúne a varias dependencias del Estado,  ubicado en la ciudad de Guatemala.

A pesar de estos logros en materia jurídica, los esfuerzos institucionales no han sido suficientes para atender a las víctimas y disminuir la violencia contra las mujeres, que sigue siendo un problema alarmante. Según
datos del Ministerio Público, de enero a septiembre de 2022, se han registrado 458 muertes violentas de mujeres, lo cual  representa un aumento del 13% en comparación con el  año 2021. Del total de muertes violentas de mujeres, el 20% se ha catalogado como femicidio, definido en la ley de la siguiente forma: “comete el delito de femicidio quien, en el marco de las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres, diere muerte a una mujer, por su condición de mujer”.[1]

Gráfica  1. Muertes violentas de mujeres de enero a septiembre, 2019 a 2022

Fuente: Elaboración propia con datos  del Ministerio Público

Por el contrario, las denuncias realizadas por mujeres en el Ministerio Público por los delitos de violencia sexual y violencia contra las mujeres han disminuido en 14% y 29% en el mismo período, respectivamente. Los
registros administrativos de denuncias tienen una serie de limitantes porque no miden la dimensión real de la
violencia; sólo nos aproximan a un grupo de personas que decidió denunciar.

 

Gráfica 2. Denuncias de mujeres por violencia sexual y violencia contra las mujeres de enero a septiembre,
años 2019, 2020, 2021 y 2022

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio Público
* La variable “denuncias de violencia sexual” incluye delitos de violación, agresión sexual, violación a la intimidad y exhibicionismo sexual
**La variable “denuncias de violencia contra la mujer” incluye violencia psicológica, física y económica

 

Estereotipos y normas culturales

Una de las dificultades que enfrentan las víctimas de violencia física, psicológica, económica y sexual es que estos tipos de hechos se consideran como un problema individual o familiar. Para referirse a ellos, por lo general se usan términos como “crímenes pasionales”, se asume que el perpetrador actuó cegado por las emociones, los celos o el enojo, o incluso se llega a pensar que la víctima fue quien provocó el hecho o se lo merecía. Estos estereotipos y normas culturales que enfrentan las mujeres normalizan la violencia ejercida hacia ellas, ya que eliminan la culpa del perpetrador y desmotivan la intención de denunciar.

Según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud en doce países de América Latina en 2014, en Guatemala, las razones por las que las mujeres no buscaron ayuda frente a la violencia física o sexual sufrida por parte de su esposo o compañero fueron: porque no confían en nadie (40.0%); por vergüenza (24.5%); lo consideraban innecesario, no grave o normal (17.4%); y porque tenía miedo de represalias (15.7%).[2]

Si bien es necesario el cambio de normas sociales y culturales, la violencia contra las mujeres tiene raíces estructurales. Para Lagarde (2006), la organización de la vida social (las relaciones, prácticas e instituciones sociales como el Estado) tiene un orden patriarcal, donde se generan, preservan y reproducen poderes de los hombres sobre las mujeres, y que al mismo tiempo estos privilegios que poseen los hombres, quebrantan los derechos sexuales, económicos, políticos, jurídicos y culturales de las mujeres.[3]

La violencia contra las mujeres no sólo se da en el hogar o la familia; también ocurre a nivel escolar, laboral, comunitario e institucional. Los autores de los crímenes contra las mujeres son, en su mayoría, hombres. Según los datos de personas sindicadas por delitos de violencia sexual en 2022, el 72% fue cometido por hombres, el 12% por mujeres y el 15% no está registrado. En muertes violentas de mujeres, sin incluir el femicidio, el 52% fueron cometidas por hombres, el 9% por mujeres y el 39% no fue registrado.

Gráfica 3. Personas sindicadas, desagregadas por sexo, de enero a septiembre de 2022

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio Público

* La variable “denuncias de violencia sexual” incluye delitos de violación, agresión sexual, violación a la intimidad y exhibicionismo sexual

**La variable “denuncias de violencia contra la mujer” incluye violencia psicológica, física y económica

 

Nos afecta a todas, pero en condiciones distintas

Si bien la violencia contra las mujeres es universal y afecta a todas las mujeres en el mundo, también se relaciona con otros tipos de discriminación y violencia. Existen experiencias diferenciadas que dependen  de las situaciones  y las condiciones de vulnerabilidad de las mujeres, como la edad, la clase social, la orientación sexual y el pueblo de pertenencia.[4]

Las mujeres viven en un continuo de violencia. Este se refiere a diferentes experiencias y extensas formas de abuso que sufren a lo largo de la vida cotidiana.[5] Algunos grupos son más vulnerables a ciertos tipos de violencia. En el caso de las denuncias de mujeres víctimas de violencia sexual en 2022, los dos grupos etarios con mayor cantidad de casos están entre los 0 y 14 años, con un 29.1%, y las que tienen  entre 15 y 29 años, con un 21.4%.  Sin embargo, para las víctimas de muertes violentas, los grupos que más sufrieron fueron aquellos entre los 15 y 29 años (33%) y 30 y 44 años (24%),  que a la vez coinciden con los grupos de edad con más denuncias sobre delitos de violencia psicológica, física y/o económica.

Gráfica 4. Porcentaje de mujeres agraviadas, de enero a septiembre de 2022, por edad

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio Público

* La variable “denuncias de violencia sexual” incluye delitos de violación, agresión sexual, violación a la intimidad y exhibicionismo sexual

**La variable “denuncias de violencia contra las mujeres” incluye violencia  psicológica, física y económica

 

 

Existen también otros tipos de violencias, como el acoso sexual o la violencia simbólica, que no están tipificados, pero también afectan a las mujeres. Los movimientos en redes sociales, como #MeToo o #YoSiTeCreo, donde miles de mujeres expusieron y compartieron sus experiencias de violencia y acoso sexual, fueron medios de denuncia que generaron lazos de sororidad entre mujeres; en algunos casos, se logró un rechazo y una sanción moral hacia los violentadores.

¿En dónde ocurre la violencia?

Desagregar los datos por el lugar del crimen también nos ayuda a comprender cómo las mujeres están expuestas a la violencia e inseguridad, tanto en espacios públicos, como en espacios privados. En 2022, el 56% de las muertes violentas de mujeres ocurrieron  en la vía pública y en espacios abiertos; el 27% de los cuerpos fueron encontrados en domicilios particulares; y el 9% en establecimientos comerciales o lugares cerrados.

Gráfica 5. Lugar del crimen de muertes violentas de mujeres y denuncias de violencia sexual y violencia contra la mujer, de enero a septiembre de 2022

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio Público

* La variable “denuncias de violencia sexual” incluye delitos de violación, agresión sexual, violación a la intimidad y exhibicionismo sexual

**La variable “denuncias de violencia contra las mujeres”  incluye violencia  psicológica, física y económica

 

En cuanto al lugar del hecho para las denuncias de violencia psicológica, física y económica contra las mujeres, los datos muestran que la mayoría ocurrió en  domicilios particulares (69%), pero también hay denuncias que involucran espacios abiertos o calles (20%) y espacios comerciales o no residenciales (10%).  Para la violencia sexual, que incluye la
violación, agresión sexual y otros tipos, el 55% de los hechos ocurrieron en domicilios y el 27% en la vía pública, un lugar abierto o en el transporte o la parada de bus.

A nivel nacional, son 20 municipios los que acumulan el 61% de las muertes violentas de mujeres (sin incluir los femicidios) en 2022.  Llama mucho la atención que en el municipio de Guatemala, que reporta la mayor cantidad de muertes violentas de mujeres (88 casos), únicamente se haya registrado el 2% como femicidios, un porcentaje bastante bajo en comparación con años anteriores (en el año 2021 fue 13%; en el 2020 fue de 6%; y 5% en el año 2019). Así mismo, en municipios como Sayaxché, Quezaltepeque, San José el Ídolo, Cuilco, San Felipe y Santa María Ixhuatán, todas las muertes violentas de mujeres fueron registradas como femicidios.

 

Gráfica 6. Municipios con mayor porcentaje de muertes violentas de mujeres, de enero a septiembre del 2022

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio Público

* No incluye el delito de femicidio

 

¿Qué reflejan estos datos?

Estas cifras generan preocupación por el aumento de muertes violentas de mujeres en los últimos meses, que se concentran en los municipios de Guatemala, Villa Nueva y Mixco. Por el contrario, los femicidios han tenido una disminución del 6%. Es necesario indagar si hay razones de género en la otras muertes violentas y explorar el vínculo que puede existir con la trata de personas y crimen organizado.[6]

La disminución de las denuncias de violencia psicológica, física, económica y sexual puede responder a diversos factores institucionales, culturales o sociales.  Es sumamente importante conocer la cifra oculta de mujeres que no denuncian,  para estimar la magnitud del problema. Esto sólo puede lograrse  por medio de una encuesta de victimización o estudios de prevalencia de la violencia especializados en la violencia contra la mujer.

Todavía nos enfrentamos al desafío de comprender el fenómeno de la violencia contra las mujeres con los registros administrativos disponibles. Según Trujillo (2021), el último dato registrado en el Sistema Nacional de Información de Violencia en contra de la Mujer (SNIVCM) es de 2018; sistema que tenía como propósito recopilar información de distintas instituciones públicas sobre la violencia contra las mujeres, de manera oportuna.[7] Otro desafío es contar con un enfoque estadístico integral, con datos desagregados de la víctima, de los autores del crimen y del hecho, que nos permita  analizar el fenómeno desde una perspectiva de género e interseccional; comprender cómo el delito afecta a hombres y mujeres de manera diferenciada; y proponer soluciones adecuadas a las realidades de las mujeres y las niñas.

Desde el Observatorio de la Violencia de Diálogos consideramos que es importante sistematizar mensualmente los datos de violencia contra las mujeres y tener otros detalles que aporten al analisis, el debate y la comprensión del fenómeno. Por eso, a partir del mes de noviembre del presente año, tendremos un tablero con datos abiertos con distintas variables y tipos de violencia que afectan a las mujeres y niñas.

El 25N nos llama, por un lado, a reconocer que los movimientos de mujeres y feministas siguen luchando por visibilizar el problema de la violencia y disminuir las brechas de género, rompiendo con las normas culturales y estructurales que normalizan la violencia contra las mujeres. Por otro lado, la preocupación manifiesta es que existen muchas mujeres en condiciones de vulnerabilidad que son víctimas de violencia y que no tienen la oportunidad de denunciar y que son perseguidas y estigmatizadas por el hecho de ser mujeres. La violencia contra la mujer nos afecta a todas y todos. Las mujeres tenemos derecho a  vivir una vida libre de violencia.


[1] Artículo 3, numeral (e), Decreto número 22-2008, de la Ley contra el Femicidio y
otras Formas de Violencia
contra la Mujer

 

[2] Sarah Bott et al., Violencia contra las mujeres en América
Latina y el Caribe. Análisis comparativo de datos poblacionales de doce países
. (Washington, DC: OPS,  2014),
https://www3.paho.org/hq/index.php?option=com_docman&view=download&category_slug=violencia-5197&alias=24353-violencia-contra-mujeres-america-latina-caribe-analisis-comparativo-datos-poblacionales-12-paises-353&Itemid=270&lang=es

[3] Marcela Lagarde, “El derecho humano de las mujeres a una vida libre
de violencia” en Mujeres, globalización y derechos
humanos
, ed. por Virginia Maquieira
(Ediciones cátedra, 2010)

[4] Naciones Unidas, Estudio a fondo sobre todas las formas de violencia contra
la mujer. Informe del Secretario General
(Naciones Unidas, 2016),
https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2016/10742.pdf

[5] Concepto de Liz Kelly (1987), citado
por Cristina Sánchez Muñoz
, et al. Violencias de género: entre la guerra y la
paz
. (Siglo del Hombre
Editores, 2021).

[6] En Honduras un estudio determinó que el
52.2% de los femicidios se cometieron en contexto del crimen organizado,  Adelay Carías, Muertes bajo la sombra de la Impunidad: femicidio en el contexto del
crimen organizado en Honduras,
(Centro de Derechos de Mujeres, 2021),
https://derechosdelamujer.org/wp-content/uploads/2021/10/Investigacio%CC%81n-Crimen-organizado-WEB.pdf

[7] Silvia Trujillo, “Violencia contra las mujeres: cambian las cifras, persiste el
problema”
Diálogos, 8 de marzo del 2021,
https://www.dialogos.org.gt/blog/violencia-contra-las-mujeres-cambian-las-cifras-persiste-el-problema

Gráfica 2. Denuncias de mujeres por violencia sexual y violencia contra las mujeres de enero a septiembre, años 2019, 2020, 2021 y 2022

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio Público
* La variable “denuncias de violencia sexual” incluye delitos de violación, agresión sexual, violación a la intimidad y exhibicionismo sexual
**La variable “denuncias de violencia contra la mujer” incluye violencia psicológica, física y económica

Estereotipos y normas culturales

Una de las dificultades que enfrentan las víctimas de violencia física, psicológica, económica y sexual es que estos tipos de hechos se consideran como un problema individual o familiar.  Para referirse a ellos, por lo general se usan términos como “crímenes pasionales”, se asume que el perpetrador actuó cegado por las emociones, los celos o el enojo, o incluso se llega a pensar que la víctima fue quien provocó el hecho o se lo merecía. Estos estereotipos y normas culturales que enfrentan las mujeres normalizan la violencia ejercida hacia ellas, ya que eliminan la culpa del perpetrador y desmotivan la intención de denunciar.

Según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud en doce países de América Latina en 2014, en Guatemala, las razones por las que las mujeres no buscaron ayuda frente a la violencia física o sexual sufrida por parte de su esposo o compañero fueron: porque no confían en nadie (40.0%); por vergüenza (24.5%); lo consideraban innecesario, no grave o normal (17.4%); y porque tenía miedo de represalias (15.7%).[3]

Si bien es necesario el cambio de normas sociales y culturales, la violencia contra las mujeres tiene raíces estructurales. Para Lagarde (2006), la organización de la vida social (las relaciones, prácticas e instituciones sociales como el Estado) tiene un orden patriarcal, donde se generan, preservan y reproducen poderes de los hombres sobre las mujeres, y que al mismo tiempo estos privilegios que poseen los hombres, quebrantan los derechos sexuales, económicos, políticos, jurídicos y culturales de las mujeres.[4]

La violencia contra las mujeres no sólo se da en el hogar o la familia; también ocurre a nivel escolar, laboral, comunitario e institucional. Los  autores de los crímenes contra las mujeres son, en su mayoría, hombres. Según los datos de personas sindicadas por delitos de violencia sexual en 2022, el 72% fue cometido por hombres, el 12% por mujeres y el 15% no está registrado.  En  muertes violentas de mujeres, sin incluir el femicidio, el 52% fueron cometidas por hombres, el 9% por mujeres y el 39% no fue registrado.

Gráfica 3. Personas sindicadas, desagregadas por sexo, de enero a septiembre de 2022

Fuente: Elaboración propia con datos del Ministerio Público
* La variable “denuncias de violencia sexual” incluye delitos de violación, agresión sexual, violación a la intimidad y exhibicionismo sexual
**La variable “denuncias de violencia contra las mujeres” incluye violencia  psicológica, física y económica

Existen también otros tipos de violencias, como el acoso sexual o la violencia simbólica, que no están tipificados, pero también afectan a las mujeres. Los movimientos en redes sociales, como #MeToo o #YoSiTeCreo, donde miles de mujeres expusieron y compartieron sus experiencias de violencia y acoso sexual, fueron medios de denuncia que generaron lazos de sororidad entre mujeres; en algunos casos, se logró un rechazo y una sanción moral hacia los violentadores.

Karla López

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