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Migración y VIDA en los pueblos mayas del altiplano de Guatemala

Por Carmelita Ixcol
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En 2023, Diálogos A.C., con el apoyo de Así Estrategias, coordinó la realización de un estudio sobre los factores que impulsan la migración irregular internacional en el altiplano occidental y la región metropolitana, el cual se publicará en los próximos meses. El estudio involucró la realización de encuestas a hogares y de grupos focales. En este artículo de blog se esbozan algunas primeras reflexiones que surgen de los hallazgos generales para contribuir con este importante debate público. En los próximos artículos se abordarán los temas más concretos de la migración y las mujeres, la migración y los jóvenes y la migración y la violencia.

Guatemala es uno de los países en América Latina con mayor población indígena. De acuerdo con el censo 2018, los pueblos indígenas representan aproximadamente el 43.6% de la población total y, de ellos, los mayas el 95.6%.[1] Una gran mayoría de esta población vive en el altiplano occidental, una región que incluye a los departamentos de Huehuetenango, San Marcos, Quetzaltenango, Totonicapán, El Quiché, Sololá y Chimaltenango. Cada uno de estos departamentos está conformado por una población mayoritariamente Maya, y en ellos se hablan los idiomas propios de cada lugar, entre los que están el mam, q´anjobál, akáteko, k´iche´, tzutujil, el kaqchikel. Tres de ellos son fronterizos con México: Huehuetenango, San Marcos, El Quiché.

Los mayas del altiplano han mantenido una dinámica de movilización desde la época prehispánica, cuando no existían las fronteras estatales actuales, el comercio permitía todo tipo de intercambios y la llamada transnacionalización era ya algo dado para ellos. Después de la Colonia, y a pesar de los embates que trajo consigo, los pueblos mayas del occidente han jugado un papel histórico importante en el comercio local y en su extensión a nivel nacional. Entre los más destacados están Totonicapán y El Quiché, famosos por sus industrias artesanales y textiles.

Actualmente, el altiplano occidental es señalado como una de las regiones con más migrantes en Guatemala. En efecto, la encuesta realizada en el altiplano occidental, en donde el 82% de los encuestados se consideran mayas, muestra que las personas que habitan esta región son más propensas a migrar por razones económicas y a querer reunirse con sus familiares en el extranjero, y que la situación se agrava para las personas que viven en áreas rurales. 

Aunque esta situación podría atribuirse a cierta creatividad económica o a una virtud de estos pueblos, también puede verse como el resultado de la incapacidad del Estado para responder a su ciudadanía como garante de condiciones de vida digna. Muchas comunidades mayas en esta región carecen de servicios básicos, como salud o educación. A muchas les ha tocado buscar una mejor condición de vida por medio de sus propios esfuerzos, especialmente a los que viven en las áreas rurales.

La encuesta en el altiplano permite corroborar algo de esto. Al comparar las respuestas de las personas mayas de esta región, según el área donde residen (urbana o rural), emergen algunos patrones interesantes. A la pregunta sobre la principal razón por la que se irían de Guatemala, las personas de las áreas rurales indicaron con más frecuencia estar muy de acuerdo o algo de acuerdo con que no tienen empleo (53% vs. 47%), con que su familia tiene dificultades económicas (57% vs. 46%) o con que quieren reunirse con sus familiares en los Estados Unidos (25% vs. 20%).

Gráfico 1. Respuesta de la población maya del altiplano occidental a la pregunta: ¿Cuál es la principal razón por la que se iría de Guatemala?[2]

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental.

Un aspecto importante para considerar es que, si bien hay particularidades en cada lugar, lo que es común entre los mayas del altiplano es que tienen su propia cosmovisión, la cual han mantenido de forma oral y de generación en generación. En este sentido, un concepto fundamental que forma parte de esta cosmovisión es el de la VIDA, con mayúsculas. Para los pueblos mayas del altiplano, la VIDA se entiende desde lo colectivo e involucra a todos los seres vivientes y a todas las esferas: el cuidado de la tierra, el agua, los minerales, los bosques como fuentes esenciales; la salud, en donde entra la alimentación, la nutrición, los espacios sanos, el oxígeno; la educación, en la que está el conocimiento, la comunicación, los cuidados; y la política, nutrida por la organización, las redes y las estrategias. La VIDA, desde esta perspectiva, está enfocada en la búsqueda del equilibrio y la armonía, en la relación con la naturaleza, con el cosmos, con el ser humano y con otros seres vivientes.

Esta concepción de la vida es distinta a la concepción dominante que proviene de Occidente, en la que el ser humano es visto como un ente separado de todo lo que le rodea y la naturaleza es reducida a un “recurso” que está a su disposición. En esta línea, es interesante notar que, de acuerdo con la encuesta, las personas indígenas que viven en las áreas rurales del altiplano y pertenecen a los estratos socioeconómicos más bajos perciben que los problemas ambientales son una de las principales motivaciones para migrar. Esto quizás esté vinculado con la agricultura y con la degradación de la tierra y las sequías que se han vivido durante las últimas décadas, pero a la vez refleja esa concepción de la VIDA vinculada con todo lo que le rodea. De forma más clara, más del 50% de las personas mayas encuestadas en el altiplano, tanto en el área rural como en el área urbana, indicaron que sus comunidades han sido afectadas por sequias, inundaciones y desbordamientos de ríos en los últimos 12 meses. Es más, en el caso de las áreas rurales del altiplano occidental, las sequías/lluvias que han afectado a los cultivos son mencionadas como razones para migrar. 

Gráfico 2. Respuesta de la población Maya encuestada a las preguntas relacionadas con el medio ambiente

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental.

Aunque los pueblos mayas del occidente han resistido y hasta se han adaptado a las embestidas de la historia, sería un error considerar que la Colonia, y luego la Reforma Liberal del siglo XIX, la guerra civil y el racismo estructural histórico no han dejado su huella en estos pueblos. La misma distribución territorial del territorio nacional está marcada por la etnia. ¿Por qué la población maya vive en su mayoría en el altiplano o en el norte del país? No es casualidad; este patrón territorial fue moldeado inicialmente por el sistema de dominación colonial y luego por el sistema finquero vinculado con la economía cafetalera y su distribución desigual de la tierra. En pleno siglo XXI, en algunos municipios de Quiché, como Joyabaj o Zacualpa, sigue habiendo familias que todavía van a trabajar en “cuadrillas” a las fincas de la Boca Costa. Este es un sistema que tiene ya casi 150 años que ha estado marcado por grandes injusticias sociales, económicas y políticas. Los mayas siguen considerándose como mano de obra barata. Sus VIDAS, desde ese entonces, han estado marcadas por la precariedad en la vivienda, la alimentación y la salud. Las encuestas lo reflejan bien: el porcentaje más alto de hogares ubicados en el estrato socioeconómico más bajo pertenece a familias mayas de las áreas rurales del altiplano. El reverso de este dato da cuenta de la marca estructural de la historia: el porcentaje más alto de hogares ubicados en el estrato socioeconómico más alto pertenece a familias ladinas/mestizas de las áreas urbanas del área metropolitana.

Gráfico 3. Población maya y ladina/mestiza encuestada por quintiles de nivel socioeconómico

Nota: El quintil 1 representa el nivel socioeconómico más precario y el quintil 5 y el mejor.
Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental.

El racismo estructural y la desigualdad que generó desde sus inicios llevaron al país a una guerra civil. Los 36 años de guerra marcan otro de los quiebres históricos en la vida de los mayas del altiplano occidental. Por medio de masacres y de operaciones como las de “tierra arrasada”, el Estado guatemalteco buscó exterminar, por ejemplo, al pueblo maya ixil, hecho que incluso llevó a una sentencia por genocidio.[3] La violencia apagó vidas y marcó otras para siempre; desplazó a miles de personas y destruyó el tejido social de las comunidades. De acuerdo con algunas estimaciones, entre 1981 y 1983, “el número de desplazados [durante ese período] va desde 500 mil hasta un millón y medio de personas […] incluyendo las que se desplazaron internamente y las que se vieron obligadas a buscar refugio en otro país”.[4] Aunque la guerra finalizó formalmente en 1996 con la firma de los Acuerdos de Paz, no se puede decir que las condiciones que la impulsaron han sido trascendidas. El racismo, la discriminación y la desigualdad marcada por la etnia siguen siendo un problema en Guatemala. En ese sentido, es importante notar que la encuesta revela que las personas indígenas de las áreas rurales del altiplano occidental que pertenecen al estrato socioeconómico más bajo reportaron más discriminación que las demás. Este es un hallazgo importante que apoya la tesis de la pervivencia de ciertas estructuras que favorecen más a ciertos grupos que a otros.

Al indagar si la discriminación es una razón por la que las personas mayas encuestadas se irían del país, más del 75% indicó no estar de acuerdo con esa afirmación. Sin embargo, las áreas donde las personas mayas estuvieron más de acuerdo con esta premisa fueron la región metropolitana (hasta 13 puntos porcentuales por encima del área rural del altiplano) y el área urbana del altiplano occidental. Este patrón puede deberse a que, en las áreas urbanas y en la región metropolitana, la población maya interactúa directamente con la población ladina/mestiza y experimenta la discriminación a diario, mientras que, en las comunidades rurales del altiplano, predomina la población maya y la discriminación es menor. También puede ser que la migración desde las áreas rurales hacia las áreas urbanas haya estado alimentada desde un inicio por un sentimiento de discriminación.

Gráfico 4. Respuesta de la población maya a la pregunta de si sentirse discriminada/o en su comunidad/barrio/ciudad es la principal razón por la que se iría de Guatemala.

Fuente: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Migración y Violencia en el Área metropolitana y Altiplano Occidental respectivamente

No está de más cuestionar el concepto de “migración” en este sentido. Algunos mayas migran porque, si no lo hacen, se mueren o viven bajo discriminación constante. Otros quizás migran por el gusto de viajar, de conocer otros lugares, o porque quieren reunirse con sus familiares. Un tercer grupo quizás lo hace por razones económicas o empujado por las presiones del consumismo a las que se ve sometido a diario. Sin embargo, todos, ya sea porque se ven forzados a hacerlo o porque deciden emprender el viaje por diversas razones, migran porque quieren VIVIR, en mayúsculas; porque buscan poder expresar su propia forma de estar en y entender a este planeta. El racismo y la discriminación han diezmado a las poblaciones mayas no solo de manera física, sino también simbólica. No les han permitido VIVIR de forma plena, en armonía con todo lo que les rodea y de acuerdo con sus propios preceptos. Entender esta noción particular puede ayudar a los Estados involucrados en este fenómeno (tanto a los que “expulsan” migrantes como a los que los reciben) a abordar este problema más allá de los paradigmas actuales.

[1] Instituto Nacional de Estadística. XII Censo Nacional de Población y VII de Vivienda. https://www.censopoblacion.gt/ (Accedido el 17 de enero de 2024).

[2] La suma de porcentajes puede no ser igual a 100% por el redondeo.

[3] F&G Editores (2013). “Condenado por genocidio: Sentencia condenatoria en contra de José Efraín Ríos Montt (fragmentos). Tribunal Primero de Sentencia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente”. Guatemala: F&G Editores.

[4] “Guatemala Memoria del Silencio Tz’inil Na’tab’al. Conclusiones y recomendaciones del informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico” (Ciudad de Guatemala, sin fecha), párrafo 66.

Carmelita Ixcol

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